El índice glucémico (IG) es la capacidad de un alimento rico en hidratos de carbono para aumentar laglucemia. Para establecer los valores del índice glucémico se toma como referencia el efecto de la glucosa en sangre, que se establece que tiene un índice glucémico de 100, y se compara el resto de alimentos con ella.
Los valores del índice glucémico se clasifican en tres categorías:
índice glucémico alto: para un índice glucémico de más de 70,
índice glucémico medio: para un índice glucémico entre 56 y 69,
índice glucémico bajo: para un índice glucémico menor o igual a 55
Cuanto más alto sea el índice glucémico de un alimento más rápido aumentará la glucemia después de su ingesta; lo que comúnmente se dice en diabetes “hará un pico de glucemia más alto”.
Habitualmente, se considera que tomar un zumo de fruta es saludable y equivalente a tomar una fruta entera, pero en realidad no son equivalentes nutricionalmente y sus efectos sobre los niveles de glucemia son también muy diferentes.
¿Qué factores determinan el índice glucémico de un alimento?
Por ejemplo, el índice glucémico de la naranja, es de 35 (es decir, bajo), mientras que el índice glucémicode un zumo de naranja ya sea natural o exprimido es de 65 (es decir alto). Esto es debido a que el índice glucémico de un alimento depende de diversos factores como:
la presencia de fibra,
la consistencia del alimento (sólida o líquida),
la combinación con otros alimentos que contienen grasa, proteína o fibra.
La fibra presente en la fruta entera retrasa el paso de los azúcares al sistema digestivo, retardando el incremento de la glucemia. Se puede observar el mismo efecto cuando la fruta es consumida en una comida. El hecho de mezclar la fruta con una comida que contenga otros alimentos como la carne, pescado, verduras, queso o aceite de oliva, por ejemplo, alargará la duración de la digestión, y en consecuencia el tiempo de absorción de los azúcares en el intestino.
En el caso del zumo de fruta, la ausencia de fibra y la consistencia líquida aceleran el proceso de digestión y absorción en el intestino, ocasionando una rápida elevación de la glucemia. Además, el consumo excesivo de zumo de fruta puede producir caries y se relaciona con la obesidad infantil.
Por este motivo, los zumos de frutas sólo deberían consumirse en caso de hipoglucemia, y la fruta entera debería ser la opción para postres de comidas principales y meriendas.
Células inmunitarias en estado latente anticipan el tipo 1 de la enfermedad
Con tan solo medio año de vida, bebés que más adelante desarrollarándiabetes tipo 1 tienen en la sangre unas células de defensa que ya están armadas para atacar al páncreas y detener la producción de insulina. Estas células, un tipo especial de linfocitos, se encuentran latentes: no se han activado ni han ordenado fabricar anticuerpos. Pero ahí están y parecenanticipar la enfermedad.
Así lo explican los autores de un estudio que hoy publica la revista Science Translational Medicine, que detectaron las células al analizar muestras de sangre de 28 niños con una mayor predisposición genética a la enfermedad por herencia familiar. Estos niños fueron seguidos desde su nacimiento en el marco de otro estudio llamado BABYDIET.
Al analizar los datos, los investigadores, un equipo internacional de científicos liderado desde la Universidad de Dresden (Alemania), concluyeron que, de los 16 niños que acabaron desarrollando diabetes tipo 1, la mitad tenían en la sangre esos linfocitos latentes, que ya estaban presentes a los seis meses de vida, o incluso antes.
“Esto sugiere que su sistema inmune está preparado para ir contra las células del páncreas que producen insulina muy, muy temprano”, explica aBig Vang por correo electrónico el autor principal del estudio, el profesorEzio Bonifacio.
Su sistema inmune está preparado para ir contra las células del páncreas que producen insulina muy, muy temprano”
EZIO BONIFACIO
Autor principal del estudio
La presencia y las características especiales de estos linfocitos latentes pueden ayudar a entender mejor cómo aparece la diabetes tipo 1. También son nuevas pistas para detectar la enfermedad antes de que lleguen los síntomas, que frecuentemente emergen en la infancia o la adolescencia y que van desde un aumento de sed hasta una cicatrización lenta de las heridas.
“El estudio aporta un nuevo dato importante sobre el desarrollo de la diabetes. Hay una etapa en la que no hay síntomas y de la que no sabemos casi nada”, valora la doctora Marta Vives-Pi, jefa del Grupo de Inmunología de la Diabetes del Institut Germans Trias i Pujol, que no ha participado en el estudio.
“Es relevante que los resultados sean en humanos, aunque para validar los datos habría que repetirlo en un grupo mayor de niños con alta predisposición, así como en niños de la población general”, añade Vives-Pi, cuyo grupo trabaja en el desarrollo de una vacuna para curar la enfermedad.
La presencia y las características especiales de estos linfocitos pueden ayudar a entender mejor cómo aparece la diabetes tipo 1
Bonifacio lo ratifica y explica que, además, habrá que investigar si los linfocitos descubiertos anticipan solo el ataque contra las células del páncreas que fabrican insulina, llamadas beta, o también están armados contra otras células.
Entender qué pasa desde el principio
El hallazgo supone un nuevo paso para entender qué ocurre mucho antes de que se diagnostique a los enfermos al detectar en su sangre anticuerpos contra las células beta del páncreas.
Según vieron los investigadores, cuando se detectan los anticuerpos los linfocitos han dejado de ser latentes para estar activos. Pero, ¿por qué antes, incluso a los pocos meses de vida, estas células de defensa en estado latente ya están preparadas para luchar contra el páncreas? Los autores sugieren que puede ser debido a una predisposición genética pero también a causas externas.
Infecciones por virus antes o después del nacimiento pueden predisponer a estas células a armarse contra la diabetes
En este sentido, apuntan que ciertas infecciones por virus antes o después del nacimiento pueden predisponer a las células latentes a armarse contra la diabetes. “El trabajo vuelve a resaltar la importancia de la etapa perinatal en la diabetes tipo 1 y seguramente habrá que poner esfuerzos para identificar factores ambientales durante esta etapa”, subraya Vives-Pi.
De hecho, los casos de esta enfermedad van en aumento y este es uno de los motivos por los que se piensa que puede estar relacionada con causas externas, más allá de una predisposición genética.
Características genéticas especiales
Eso sí, si el estudio determinó que estos linfocitos latentes son especiales fue debido a sus características genéticas. Al analizar individualmente centenares de células de defensa de la sangre de los 28 niños, los autores vieron que las que se encontraban solo en los que desarrollaron diabetes tenían en común que encendían o apagaban unos mismos genes de su ADN.
Las células encontradas se distinguen de otras similares por encender o apagar unos genes concretos
Por ello, Bonifacio no descarta que, a largo plazo, sea posible predecir de forma precoz el desarrollo de la enfermedad en base a estas características: “Puede ser posible mirar a los seis meses qué niños con susceptibilidad genética probablemente desarrollarán diabetes tipo 1”, explica, aunque advierte que para ello hacen falta más estudios que pueden tardar años. El investigador tampoco cierra la puerta a diagnosticar precozmente a niños sin familiares afectados por la enfermedad.
Próximo paso, eliminar o cambiar las células latentes
El autor principal del trabajo avanza que su grupo se centrará ahora en la prevención de la enfermedad a partir del hallazgo. Se trata, explica, de “encontrar un camino para eliminar o cambiar estas células divergentes”, y añade que lo van a intentar administrando a los niños con alto riesgo de tener diabetes tipo 1 un tratamiento con insulina oral.
¿Qué hacemos con el pan? Índice glucémico, carga glucémica y diabetes tipo 2
Desde hace años existen dos conceptos (carga e índice glucémicos) que se postulan como una herramienta útil en el control de la glucemia. No obstante, su uso es controvertido y bajo este paradigma hay alimentos como el pan que no salen muy bien parados.
En este sentido, a la hora de manejar el control de dichos hidratos de carbono, es habitual usar dos parámetros habitualmente poco claros para la población general o incluso para los propios diabéticos. Me refiero tanto al índice glucémico de los alimentos como a la carga glucémica. Con ellos en la mano se establecen recomendaciones más o menos generosas sobre determinados alimentos portadores de hidratos de carbono, o por el contrario más o menos restrictivas. Aunque si estás en este portal tendrás claros muchos conceptos básicos, es importante recordar que los hidratos de carbono son el único macronutriente que se tiene en consideración ya que en principio solo ellos tienen la posibilidad de estimular la liberación de insulina para su metabolización. Como ya sabes, este es un importante caballo de batalla en el control de la diabetes. Por lo tanto, vamos a ver qué es lo que definen estos dos elementos y sus aplicaciones prácticas.
El índice glucémico (IG)
Se trata de un valor, un número entre 0 y 100, que calculado sobre cada alimento refleja lo lento o rápido que estos, una vez ingeridos, son susceptibles de incrementar la glucemia (o concentración de la de glucosa en sangre). Así, aquellos alimentos con un bajo valor de IG provocarían un lento incremento de la glucemia, de manera más o menos constante y sin “picos”. En sentido contrario, los alimentos con valores altos de IG provocarían un incremento relativamente rápido de la glucosa en forma de “pico” y con ella la correspondiente liberación (en gran cantidad) de insulina para hacer frente a esa situación. Muy en líneas generales se tiene establecido que los valores de IG menores de 55 son bajos (y corresponderían a la mayoría de las frutas y verduras, legumbres, cereales integrales, productos lácteos, frutos secos…); los IG entre 56 y 69 serían intermedios (patatas cocidas o al horno, el maíz, el arroz blanco, el cuscús…); y que por encima de 70 serían altos (pan blanco, panecillos, pan de molde, galletas, pasteles, bollería, cereales para el desayuno más refinados y endulzados, la miel, el propio azúcar, refrescos, zumos …). No obstante sobre estos valores y su interpretación hay algunas discrepancias como veremos más adelante, además de tener una utilidad limitada siempre que el IG no se observe en consonancia con el siguiente concepto…
La carga glucémica (CG)
Tal y como se ha explicado el IG representa la velocidad con la que sube la glucemia tras comer un alimento. Sin embargo, no es el único valor interesante a la hora de ponderar su efecto sobre la insulinemia (concentración de insulina en sangre) ya que la magnitud de esa subida también es interesante, y de eso se ocupa la carga glucémica de cada alimento. Para determinarla se multiplican los gramos de hidratos de carbono de dicho alimento por el IG obtenido anteriormente y se divide por 100. Una CG de 10 o menor se considera baja; y de 20 o más se considera alta. Así, la CG es también un valor, otro número, que aporta tanto información de la cantidad de hidratos de un alimento como de su capacidad para aumentar la glucemia.
IG y CG puestos en contexto
Tomados en su conjunto ambos parámetros sirven para hacer recomendaciones sobre lo idóneo de un alimento concreto en el marco de una alimentación saludable, así como sobre su cantidad, en especial si se padece diabetes o se trata de prevenirla. De este modo y para prevenir bruscos y elevados picos de glucosa en sangre es habitual encontrarse con recomendaciones que inviten a incluir en la alimentación productos con valores bajos de IG y de CG.
Sin embargo su uso no está exento de cierta controversia. Mientras algunos expertos opinan que ambos conceptos son válidos a la hora de ayudar a controlar la glucemia, otros como por ejemplo la Asociación Americana de Diabetes, sostienen que la cantidad total de hidratos de carbono presentes en un alimento son un mejor predictor de lo que va a pasar con la glucemia tras a ingesta de dichos alimentos que los correspondientes IG y CG. Además, también se esgrime que centrarse en estos valores añade una complejidad extra a la hora de elegir qué comer.
Al mismo tiempo hay que tener presente que el uso de tanto el IG como de la CG ofrecen no pocas limitaciones, entre ellas:
No todos los alimentos están recogidos en tablas con su correspondiente IG y CG, con lo que basar la alimentación en un patrón que contemple siempre estas variables puede ser complicado y en ocasiones frustrante cuando no se encuentran los valores de IG y CG de un alimento que un momento dado alguien quiera consumir.
Existen diversas tablas con los valores de IG y CG atribuidos a varios alimentos, unas son más fiables que otras. En cualquiera de los casos, siempre habrá que observar que puede haber y de hecho hay cierta variación en los valores que distintas tablas ofrecen para un mismo alimento. Entre las tablas más fiables figuran esta de aquí o esta otra. Además, y usando el ejemplo de un alimento, será preciso considerar que en el caso del arroz, el pan, las manzanas o el alimento que sea, el alimento que tendremos en nuestra casa en un momento dado a punto de comer no será el mismo sobre el que se realizaron los cálculos y figura en las tablas. Con lo cual todo es muy orientativo o poco preciso.
Los valores del IG se pueden ver alterados de forma significativa por el método de cocción o cocinado. En general se tiene por asumido que las cocciones más largas aumentan el IG del alimento original.
El IG de un alimento puede verse alterado y de hecho lo hace cuando se combina con otros alimentos, un hecho bastante frecuente cuando se consideran menús con sus correspondientes recetas y que puede ser aprovechado para hacer mejores elecciones (por ejemplo comer brócoli con arroz, en vez de arroz con brócoli, que parece lo mismo pero no lo es)
Al mismo tiempo el GI es un valor estándar que puede modificarse por las normales y esperables diferencias interpersonales, teniendo en cuenta que no todos los individuos presentan la misma respuesta glucémica ante los mismos alimentos.
Y, por último y no menos importante, una confianza ciega en este sistema, puede conducir a un exceso en el consumo de otros alimentos, por ejemplo aquellos especialmente ricos en grasa (y previsiblemente con bajos valores de IG y CG) incrementando el riesgo de ingresar más calorías que las convenientes.
Entonces, ¿qué hacemos?
En mi opinión el uso del IG y de la CG está sobrevalorado. Si bien es cierto que parte de unos postulados acertados y recomendables, presenta ciertas lagunas y su uso en última instancia puede ser muy complicado para un ciudadano, con diabetes o sin ella, sin mayor formación al respecto. No obstante, tomar el concepto en su generalidad nunca va a ser perjudicial a priori. Con él en la mano se invita a un consumo amplio de alimentos vegetales frescos priorizando la presencia de las verduras y hortalizas ligeramente por encima del de las frutas; a incluir una cantidad razonable de alimentos elaborados con cereales integrales antes que con los refinados y de legumbres; al igual que con el caso de alimentos ricos en proteínas… además de a prescindir todo lo que sea posible de productos ricos en azúcares simples del tipo galletas, bollería, refrescos, zumos etcétera. Unas recomendaciones que basadas en cierta medida en el IG y la CG nos aproximan de forma clara a… ¡caramba! al planteamiento del plato de la alimentación saludable de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard que comentamos en su día en esta entrada.
¿Y el pan?
El pan es uno de esos alimentos de la discordia especialmente en nuestro entorno ya que forma parte consustancial de nuestra cultura gastro-alimentaria. Si consultamos tanto el IG como el CG en las tablas obtenemos valores elevados para ambos parámetros. Tanto que incluso en estas tablas antes comentadas se dan dos valores de IG para cada alimento, uno calculado sobre la glucosa (como el elemento que más rápidamente hace incrementar la glucemia y de ahí su valor de 100) y otro sobre el pan, ya que se trata de un alimento con un elevado IG (y también con una alta CG por su riqueza en hidratos de carbono). A modo de resumen, la mayor parte de las tablas le atribuyen al pan blanco un IG mayor o superior a 95 y al integral cerca de 70. Además, es importante considerar que más allá de su aporte energético en forma de almidones el pan no brilla por ser una fuente especialmente destacada de ningún nutriente y que, además, cualquiera de ellos es accesible a partir de otros alimentos con menores IG y CG.
Bajo este paradigma el consumo de pan no puede ser especialmente recomendable máxime si se padece diabetes, y en cualquiera de los casos se aconsejaría usar pan integral. La expresión “en cualquiera de los casos” hace referencia a que es esta opción la recomendable tanto para este tipo de pacientes como para el resto de la población; nunca en grandes proporciones y acompañando la dieta en general con productos ricos en fibra y con bajos IG y CG que ayuden a disminuir el valor de IG y CG de cada ingesta.
Para ampliar la información al respecto de lo conveniente de incluir pan, integral o no, en nuestra dieta habitual recomiendo echar un vistazo a este soberbio artículo de Luís Jiménez.
Por Juan Revenga, dietista-nutricionista y biólogo
El Defensor del Pueblo ha admitido a trámite la petición formulada por la Federación Española de Diabetes (FEDE) para instar a las autoridades sanitarias a actualizar los cuadros médicos de exclusión de las ofertas de empleo público, ya que suponen un "claro caso de discriminación" hacia las personas con diabetes.
De esta forma, la institución va a iniciar las acciones pertinentes para darle resolución a dicha petición, y para ello ha comenzado con las actuaciones ante la Secretaría de Estado de Función Pública, departamento encargado de los aspectos relacionados con las convocatorias de empleo.
Esta iniciativa, auspiciada por FEDE no solamente está apoyada en casos reales de pacientes con diabetes, sino que viene sustentada tanto por informes jurídicos como por médicos de sociedades científicas como la Sociedad Española de Diabetes (SED) y la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN).
Y es que, en estos escritos se avala y reconoce la necesidad de actualizar los actuales cuadros de exclusión médicos porque aún no contemplan los avances sanitarios, técnicos y formativos que, a día de hoy, permiten un autocontrol y un desarrollo normal de actividades profesionales por parte de los diabéticos como, por ejemplo, en los cuerpos policiales, bomberos o conductores auxiliares de bomberos.
"Agradecemos al Defensor del Pueblo por la sensibilidad que ha mostrado desde el primer momento por este tipo de discriminación, y por aceptar finalmente nuestra petición", ha comentado el presidente de FEDE, Andoni Lorenzo.
Una diabética usando el dispositivo FreeStyle Libre para medir su glucosa. INNOVADORES
La Conferencia Internacional sobre Tecnologías para la Diabetes, celebrada en París, pone encima de la mesa la creciente importancia de sensores y dispositivos conectados para mejorar la calidad de vida de los diabéticos
Es la enfermedad silenciosa de nuestra era. La diabetes, esa afección crónica en la que el organismo deja de producir insulina o ésta no es suficiente o eficiente para controlar los niveles de glucosa en sangre, afecta ya a una de cada 11 personas en todo el mundo. Su ritmo de crecimiento es alarmante: 422 millones de adultos tenían diabetes en 2014, cifra que apenas superaba los 100 millones en 1980, según datos de la OrganizaciónMundial de la Salud (OMS).
Por el momento, la diabetes no tiene -ni se le espera- una cura, por lo que los principales esfuerzos de la industria médica pasan por mejorar la calidad de vida de los que la padecen y evitar los efectos asociados a esta enfermedad, que van desde sobrepeso hasta la muerte. Unas innovaciones que hemos podido ver de primera mano en París, durante la décima Conferencia Internacional sobre Tecnologías y Tratamientos Avanzados para la Diabetes (ATTD 2017). En esta feria se han congregado médicos, científicos, start ups y firmas farmacéuticas con el fin de mostrar lo último en análogos de insulina, nuevos sistemas de suministro, bombas de insulina, sensores de glucosa, dispositivos para la prevención diabética o páncreas artificiales.
Uno de los gadgets que más interés atrajo en el ATTD 2017 fue FreeStyle Libre, un medidor de glucosa desarrollado por Abbott que permite registrar los niveles de azúcar en sangre sin necesidad de pinchar el dedo, de forma rápida y discreta. El sistema emplea un pequeño sensor que se coloca sobre la piel del diabético, insertando una fina lámina de menos de cinco milímetros en el cuerpo.Este dispositivo queda sujeto -incluso bajo el agua o al hacer deporte- y es preciso durante 14 días, tras lo cual debe ser reemplazado.
Para leer los resultados, el paciente tan sólo debe acercar un lector NFC al sensor, incluso sobre la ropa. Así se recopilan todas las mediciones, tanto la actual como un historial de ocho horas. Datos que después se pueden enviar a un ordenador o a un smartphone para establecer tendencias y analizar más variables que permitan optimizar las dosis de insulina, la alimentación y los hábitos del paciente para evitar crisis de hipoglucemia e hiperglucemia.
Hasta ahora, equipos similares habían fracasado por su inexactitud frente al tradicional análisis de tiras. Sin embargo, Abbott ha traído estudios al ATTD 2017 que demuestran cómo la desviación relativa frente a los medidores tradicionales apenas supera el 11%; el 99,7% de los resultados está comprendido en un margen de error óptimo, tanto en adultos como en mujeres embarazadas.
El dispositivo ya lo usan 200.000 pacientes en toda Europa. Y eso a pesar de que no está cubierto por la mayoría de los sistemas públicos de salud, incluido el español. Gracias a la ayuda de FreeStyleLibre, han logrado una reducción de hasta el 60% en los picos de hipoglucemia.
El siguiente paso, como adelanta a INNOVADORES JoelGoldsmith, Head of Innovation en Abbott Diabetes Care, es eliminar el lector inalámbrico y hacer que una simple y cómoda 'app' móvil pueda reconocer las mediciones del sensor. Asimismo, Abbott está en conversaciones con fabricantes de bombas de insulina para conectar este sistema de monitorización a otro que entrega la dosis ideal de insulina al paciente.
De hecho, el otro gran nombre delATTD 2017 ha sido Medtronic, una de las empresas de moda en esta convergencia de tecnología y salud, con las bombas de insulina como bandera de la compañía. En ese sentido, esta semana se ha hecho público un acuerdo entre esta compañía y la multinacional Roche para desarrollarun medidor de glucemia basado en la conectividad Bluetooth Low Energy (BLE), que se comunicará con los futuros sistemas de bomba de insulina de Medtronic.
'Start-ups'
Junto a las grandes firmas, también se van congregando más y más 'start-ups' especializadas en tratar con los efectos y los quehaceres que la diabetes impone a los que la sufren. Es el caso de Sugar Sleuth, una app que facilita la comprensión de las causas de variaciones en los niveles de glucosa para educar a los pacientes en los mejores hábitos de salud. Otras como Diatrends Biotech apuestan por la interconexión de big data e inteligencia artificial para entrenar a los diabéticos, mientras que otras como la sueca Ilya Pharma se ha especializado en fármacos biológicos para acelerar la cicatrización de las heridas.
En el ámbito de la monitorización encontramos propuestas originales como la de JupiterDevices, que usa una tecnología no invasiva de espectroscopia por microondas de alta resolución para detectar los niveles de glucosa. A su vez, Ther Nova es una 'start-up' norteamericana que ha conseguido desarrollar un páncreas artificial intraperitoneal.